Guernica, nadie toma tierras porque quiere


En Guernica el viento sopla más fuerte

Para llegar a la toma de tierras en Guernica, hay que atravesar 13 estaciones del Ferrocarril Roca desde Plaza Constitución, y luego adentrarse 4 kilómetros más hasta los terrenos. Allí, el viento parece nunca dejar de soplar. Cuando el sol calienta los cuerpos, lxs chicxs corren, juegan y a veces dibujan. Lo que más dibujan, son casas.

  • Por Diego Nahuel


Mientras busco leña para sumar a el fuego de una olla popular, una vecina nos ofrece arroz con leche, para nosotros o “por si tienen chiquitos”. La señora, hacía cumplir una vez más esa máxima que todxs comprobamos en mayor o menor medida: “el que menos tiene es el que más da”.

Es viernes y se hizo de noche. Algunas familias del barrio se van juntando en el terreno de un delegado de la manzana del barrio 20 de Julio – bautizado así por ser el día de la toma -. Se acomodan alrededor del fuego que combate una noche fresca de primeros días de octubre. Una de las agrupaciones que apoyan a las familias, reproduce un corto sobre la toma que elaboraron unxs estudiantes de la UNLA.

Un rato antes, Gustavo, jujeño de nacimiento y bonaerense de vida entera, nos cuenta de largos años de militancia en el peronismo y su desilusión por la postura del gobierno en el conflicto. Mientras revuelve la olla para que no se peguen los fideos, recita casi un monólogo de su experiencia de vida y su situación actual. No saca conclusiones muy optimistas y se lo nota algo resignado ya que no tiene alternativas a su alcance.

Facundo también es algo verborrágico en sus declaraciones. Con una sola pregunta, vomita 5 minutos ininterrumpidos de bronca. Él es uno de lxs dos delegadxs de la manzana. No sé si está enterado de las últimas declaraciones de Andrés Larroque, en las que acusa a las organizaciones sociales de tener amenazadas a las familias para no abandonar los terrenos. Tampoco sé si el secretario general de la Cámpora estará al tanto de la situación real de la gente de la toma. Al menos, por sus declaraciones y actitudes, pareciera no estarlo.

Las necesidades son primarias y urgentes: agua, comida, baños químicos, alcohol en gel, barbijos, útiles para lxs niñxs y respuestas. La situación es concreta: las familias y lxs chicxs sufren del frío y de la mala alimentación.

Una vez más, esa situación extrema se combate con la solidaridad entre el pueblo. Gracias a las donaciones de las organizaciones populares – las que son demonizadas por los funcionarios públicos en todos los medios -, en el terreno de Facundo se garantiza merienda para lxs chicxs y dos o tres ollas por semana.

Con sus declaraciones, Facundo deja entrever que tiene una mirada mucho más amplia que un sector de la sociedad que los trata de “usurpadores”, “vagos” o directamente “delincuentes”. Explica que toda la gente que está peleando por tener su terreno propio tuvo y tiene vidas complejas. Las problemáticas familiares son constantes y las sufren desde muy corta edad; los chicos “no saben lo que es ir al colegio”; son víctimas de una pobreza estructural que los compromete en todos los niveles.



Facundo repite varias veces que no quieren que les regalen ni materiales, ni electrodomésticos, ni 40.000 pesos, ni dos o tres meses de alquiler de una pieza para luego volver a quedar en la calle. Tampoco quiere – ni puede – vivir ni en la calle, ni hacinado con sus dos hijos en la casa de su madre. Necesita un lugar para que sus hijos duerman, un pedazo de tierra. Y quiere pagarlo. Quiere trabajo para poder pagarlo.

Como delegado elegido legítimamente por lxs vecinxs, cuenta que la mesa de diálogo con el gobierno está suspendida. No han recibido respuesta a la propuesta concreta elevada hacia la gobernación por los vecinos junto a las organizaciones sociales y cátedras de arquitectura de diferentes universidades nacionales.

La única certeza es la orden judicial de desalojo a partir del día 14 de octubre, en adelante. Son dos semanas de incertidumbre – Berni declaró no tener recursos para efectivizar el desalojo hasta fin de mes – en las que, en cualquier día, pueden llegar las topadoras para arrasar las pocas cosas que tiene la gente.

No sorprende que las familias no crean en las promesas vacías de propuestas concretas realizadas por parte de los funcionarios. Es una vida entera de engaños. Un ejemplo es la reciente utilización de datos censados en la toma para extorsionar y/o judicializar a lxs vecinxs.

Situaciones como éstas se repiten por decenas en la Provincia de Buenos Aires. El derecho a la vivienda digna no se cumple para todxs y la problemática afecta, como siempre, a los sectores más bajos y marginados de la sociedad. Pero no sólo para ellos, sino también para la mayor parte del pueblo argentino es prácticamente imposible comprar una casa o un terreno. Podes trabajar toda tu vida que igualmente no te va a alcanzar.

Acá sí que hay una grieta. Por un lado, los Larroque, los Berni, Las Bullrich, las Cantero, los que le bajan las retenciones al agro y la megaminería, y por el otro lado, el pueblo que no tiene donde vivir, el 41% que no supera la línea de pobreza, el que arriesga su vida y la de su familia todos los días yendo a laburar en plena pandemia.

A nadie le queda cómodo dormir con sus hijos en una carpa durante meses en el fondo del conurbano, allá donde se termina la urbanización. Nadie toma tierras porque quiere.

*Estudiante de la licenciatura en Comunicación Social (UBA)

  • Colaborador de Radio Sur Digital

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